A principios de este verano calentito como el infierno, comencé a tener problemas para dormir. Normal teniendo en cuenta que "intentaba dormir" envuelta en un cálido velo de sudor. Mi mala cabeza aprovechó la ocasión para ponerse a maquinar. La primera noche a penas le dio motivos para buscar un problema, la segunda ya tenía juego y la tercera ya era un España-Malta.
Acudí a mi médico con estos ojos.
Hablando con tres mil palabras por minuto, la doctora debió pensar "ya estábamos tardando amiga". Me ventiló con dos diazepam y una palmadita en la espalada que vino a decir "anda guapa chútate esto dos noches y ya se te pasará".
Esa noche me lo tomé con el temor de haber cruzado la barrera más loquer de mi vida, pensaba, me voy a empastillar para dormir, que chungo. (así tal cual)
Y cuando me tome esa preciosa pastillita blanca paso algo así como esto.
PARADISE
No me extraña que se adictivo, que maravillosa sensación de ingravidez. Me desperté con los dedos de Víctor buscándome el pulso. Literal. Me había quedado dormida boca arriba y así me desperté.
Usé la primera piedra preciosa y escondí la otra, que me duró a trocitos todo el verano (mi tesorito).
Pasó el verano mal durmiendo, y llego septiembre, la vuelta al trabajo y a madrugar. Y fue en aquellos días en los que me cree el problema más gordo, tanto me esforzaba por caer en los brazos de morfeo que era incapaz de pegar ojo. Pasaba las noches en vela desquiciada, tomaza más hierbas que una vaca, el armario de mi cocina parecía el pasillo de infusiones de Carrefour.
Y un día mi cuerpo dijo "no puedo con mi alma" y vinieron los vértigos, la falta de animo y las ganas de comer, y ¿que hice?. Ir a mi médico más desquiciada a pedir que me pusiera diazepam en vena y me dijera que patología mortal padecía en esta ocasión.
Y pensaba ¿y si me muero de sueño? ¿y si pierdo el resto del juicio? ¿y si termino cantando "cucu cantaba la rana" rodeada de gatos?
Y comenzó la segunda parte...
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